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.A lo menos, yo osaré jurar que en cuantas historias vuesa merced haleído que tratan de la andante caballería no ha visto algún desencantado porazotes; pero, por sí o por no, yo me los daré, cuando tenga gana y el tiempo medé comodidad para castigarme.585 -Dios lo haga -respondió don Quijote-, y los cielos te den gracia para quecaigas en la cuenta y en la obligación que te corre de ayudar a mi señora, quelo es tuya, pues tú eres mío.En estas pláticas iban siguiendo su camino, cuando llegaron al mesmo sitio ylugar donde fueron atropellados de los toros.Reconocióle don Quijote; dijo aSancho:-Éste es el prado donde topamos a las bizarras pastoras y gallardos pastores queen él querían renovar e imitar a la pastoral Arcadia, pensamiento tan nuevo comodiscreto, a cuya imitación, si es que a ti te parece bien, querría, ¡oh Sancho!,que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo que tengo de estarrecogido.Yo compraré algunas ovejas, y todas las demás cosas que al pastoralejercicio son necesarias, y llamándome yo el pastor Quijotiz, y tú el pastorPancino, nos andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantandoaquí, endechando allí, bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o yade los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos.Daránnos conabundantísimamano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de losdurísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de milcolores matizadas los estendidos prados, aliento el aire claro y puro, luz laluna y las estrellas, a pesar de la escuridad de la noche, gusto el canto,alegría el lloro, Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacernoseternos y famosos, no sólo en los presentes, sino en los venideros siglos.-Pardiez -dijo Sancho-, que me ha cuadrado, y aun esquinado, tal género de vida;y más, que no la ha de haber aún bien visto el bachiller Sansón Carrasco y maeseNicolás el barbero, cuando la han de querer seguir, y hacerse pastores connosotros; y aun quiera Dios no le venga en voluntad al cura de entrar también enel aprisco, según es de alegre y amigo de holgarse.-Tú has dicho muy bien -dijo don Quijote-; y podrá llamarse el bachiller SansónCarrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, el pastorSansonino, o ya el pastor Carrascón; el barbero Nicolás se podrá llamarMiculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso; al cura no sé qué nombrele pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastorCuriambro.Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremosescoger sus nombres; y, pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al deprincesa, no hay para qué cansarme en buscar otro que mejor le venga; tú,Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.-No pienso -respondió Sancho- ponerle otro alguno sino el de Teresona, que levendrá bien con su gordura y con el propio que tiene, pues se llama Teresa; ymás, que, celebrándola yo en mis versos, vengo a descubrir mis castos deseos,pues no ando a buscar pan de trastrigo por las casas ajenas.El cura no serábien que tenga pastora, por dar buen ejemplo; y si quisiere el bachillertenerla, su alma en su palma.-¡Válame Dios -dijo don Quijote-, y qué vida nos hemos de dar, Sancho amigo!¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, quétamborines, y qué de sonajas, y qué de rabeles! Pues, ¡qué si destas diferenciasde músicas resuena la de los albogues! Allí se verá casi todos los instrumentospastorales.-¿Qué son albogues -preguntó Sancho-, que ni los he oído nombrar, ni los hevisto en toda mi vida?586 -Albogues son -respondió don Quijote- unas chapas a modo de candeleros deazófar, que, dando una con otra por lo vacío y hueco, hace un son, si no muyagradable ni armónico, no descontenta, y viene bien con la rusticidad de lagaita y del tamborín; y este nombre albogues es morisco, como lo son todosaquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber:almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y otrossemejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua que sonmoriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y maravedí.Alhelí y alfaquí,tanto por el al primero como por el i en que acaban, son conocidos por arábigos.Esto te he dicho, de paso, por habérmelo reducido a la memoria la ocasión dehaber nombrado albogues; y hanos de ayudar mucho al parecer en perfeción esteejercicio el ser yo algún tanto poeta, como tú sabes, y el serlo también enestremo el bachiller Sansón Carrasco.Del cura no digo nada; pero yo apostaréque debe de tener sus puntas y collares de poeta; y que las tenga también maeseNicolás, no dudo en ello, porque todos, o los más, son guitarristas y copleros.Yo me quejaré de ausencia; tú te alabarás de firme enamorado; el pastorCarrascón, de desdeñado; y el cura Curiambro, de lo que él más puede servirse, yasí, andará la cosa que no haya más que desear.A lo que respondió Sancho:-Yo soy, señor, tan desgraciado que temo no ha de llegar el día en que en talejercicio me vea.¡Oh, qué polidas cuchares tengo de hacer cuando pastor me vea!¡Qué de migas, qué de natas, qué de guirnaldas y qué de zarandajas pastoriles,que, puesto que no me granjeen fama de discreto, no dejarán de granjearme la deingenioso! Sanchica mi hija nos llevará la comida al hato.Pero, ¡guarda!, quees de buen parecer, y hay pastores más maliciosos que simples, y no querría quefuese por lana y volviese trasquilada; y también suelen andar los amores y losno buenos deseos por los campos como por las ciudades, y por las pastoraleschozas como por los reales palacios, y, quitada la causa se quita el pecado; yojos que no veen, corazón que no quiebra; y más vale salto de mata que ruego dehombres buenos.-No más refranes, Sancho -dijo don Quijote-, pues cualquiera de los que hasdicho basta para dar a entender tu pensamiento; y muchas veces te he aconsejadoque no seas tan pródigo en refranes y que te vayas a la mano en decirlos; peroparéceme que es predicar en desierto, y "castígame mi madre, y yo trómpogelas".-Paréceme -respondió Sancho- que vuesa merced es como lo que dicen: "Dijo lasartén a la caldera: Quítate allá ojinegra".Estáme reprehendiendo que no digayo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos.-Mira, Sancho -respondió don Quijote-: yo traigo los refranes a propósito, yvienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tráeslos tan por loscabellos, que los arrastras, y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez tehe dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia yespeculación de nuestros antiguos sabios; y el refrán que no viene a propósito,antes es disparate que sentencia [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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