[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Fuese con ellos a su mujer, y, antes que se losleyese, llamó a Costanza; y, con grandes encarecimientos,mezclados con amenazas, le dijo le dijese si Tomás Pedro, el mozode la cebada, la había dicho algún requiebro, o alguna palabradescompuesta o que diese indicio de tenerla afición.Costanza juróque la primera palabra, en aquella o en otra materia alguna, estabaaún por hablarla, y que jamás, ni aun con los ojos, le había dadomuestras de pensamiento malo alguno.Creyéronla sus amos, por estar acostumbrados a oírla siempredecir verdad en todo cuanto le preguntaban.Dijéronla que se fuesede allí, y el huésped dijo a su mujer:-No sé qué me diga desto.Habréis de saber, señora, que Tomástiene escritas en este libro de la cebada unas coplas que me ponenmala espina que está enamorado de Costancica.-Veamos las coplas -respondió la mujer-, que yo os diré lo que eneso debe de haber.-Así será, sin duda alguna -replicó su marido-; que, como soispoeta, luego daréis en su sentido. 33-No soy poeta -respondió la mujer-, pero ya sabéis vos que tengobuen entendimiento y que sé rezar en latín las cuatro oraciones.-Mejor haríades de rezallas en romance: que ya os dijo vuestro tíoel clérigo que decíades mil gazafatones cuando rezábades en latíny que no rezábades nada.-Esa flecha, de la ahijada de su sobrina ha salido, que estáenvidiosa de verme tomar las Horas de latín en la mano y irme porellas como por viña vendimiada.-Sea como vos quisiéredes -respondió el huésped-.Estad atenta,que las coplas son éstas:¿Quién de amor venturas halla?El que calla.¿Quién triunfa de su aspereza?La firmeza.¿Quién da alcance a su alegría?La porfía.Dese modo, bien podríaesperar dichosa palmasi en esta empresa mi almacalla, está firme y porfía.¿Con quién se sustenta amor?Con favor.¿Y con qué mengua su furia?Con la injuria.¿Antes con desdenes crece?Desfallece. 34Claro en esto se pareceque mi amor será inmortal,pues la causa de mi malni injuria ni favorece.Quien desespera, ¿qué espera?Muerte entera.Pues, ¿qué muerte el mal remedia?La que es media.Luego, ¿bien será morir?Mejor sufrir.Porque se suele decir,y esta verdad se reciba,que tras la tormenta esquivasuele la calma venir.¿Descubriré mi pasión?En ocasión.¿Y si jamás se me da?Sí hará.Llegará la muerte en tanto.Llegue a tantotu limpia fe y esperanza,que, en sabiéndolo Costanza,convierta en risa tu llanto. 35-¿Hay más? -dijo la huéspeda.-No -respondió el marido-; pero, ¿qué os parece destos versos?-Lo primero -dijo ella-, es menester averiguar si son de Tomás.-En eso no hay que poner duda -replicó el marido-, porque la letrade la cuenta de la cebada y la de las coplas toda es una, sin que sepueda negar.-Mirad, marido -dijo la huéspeda-: a lo que yo veo, puesto que lascoplas nombran a Costancica, por donde se puede pensar que sehicieron para ella, no por eso lo habemos de afirmar nosotros porverdad, como si se los viéramos escribir; cuanto más, que otrasCostanzas que la nuestra hay en el mundo; pero, ya que sea porésta, ahí no le dice nada que la deshonre ni la pide cosa que leimporte.Estemos a la mira y avisemos a la muchacha, que si élestá enamorado della, a buen seguro que él haga más coplas y queprocure dárselas.-¿No sería mejor -dijo el marido- quitarnos desos cuidados y echarlede casa?-Eso -respondió la huéspeda- en vuestra mano está; pero en verdadque, según vos decís, el mozo sirve de manera que seríaconciencia el despedille por tan liviana ocasión.-Ahora bien -dijo el marido-, estaremos alerta, como vos decís, y eltiempo nos dirá lo que habemos de hacer.Quedaron en esto, y tornó a poner el huésped el libro donde lehabía hallado.Volvió Tomás ansioso a buscar su libro, hallóle, yporque no le diese otro sobresalto, trasladó las coplas y rasgóaquellas hojas, y propuso de aventurarse a descubrir su deseo aCostanza en la primera ocasión que se le ofreciese.Pero, como ellaandaba siempre sobre los estribos de su honestidad y recato, aninguno daba lugar de miralla, cuanto más de ponerse a pláticascon ella; y, como había tanta gente y tantos ojos de ordinario en laposada, aumentaba más la dificultad de hablarla, de que sedesesperaba el pobre enamorado.Mas, habiendo salido aquel día Costanza con una toca ceñida porlas mejillas, y dicho a quien se lo preguntó que por qué se la habíapuesto, que tenía un gran dolor de muelas, Tomás, a quien sus 36deseos avivaban el entendimiento, en un instante discurrió lo quesería bueno que hiciese, y dijo:-Señora Costanza, yo le daré una oración en escrito, que a dosveces que la rece se le quitará como con la mano su dolor.-Norabuena -respondió Costanza-; que yo la rezaré, porque sé leer.-Ha de ser con condición -dijo Tomás- que no la ha de mostrar anadie, porque la estimo en mucho, y no será bien que por saberlamuchos se menosprecie.-Yo le prometo -dijo Costanza-, Tomás, que no la dé a nadie; ydémela luego, porque me fatiga mucho el dolor.-Yo la trasladaré de la memoria -respondió Tomás- y luego se ladaré
[ Pobierz całość w formacie PDF ]