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.La excepción esSick Boy, que camina confiadamente a unos pasos por delante con la mochilera.En la chillona cafetera Trust House Fort, Begbie agarra a Sick Boy del brazo y lo saca de la cola.No se te ocurra darle el palo a esa periquita.No queremos tener a la puta polica pululando a nuestro alrededor por unos pocos cientos delibras de la guita de vacaciones de una puta estudiante.No cuando llevamos jaco por valor de dieciocho de los grandes encima.Me tomas por imbcil?, salta Sick Boy, indignado, pero confesndose simultneamente a s mismo que Begbie le haba provisto de unaoportuna llamada de atención.Haba estado morrendose con la mujer, pero sus saltones ojos de camaleón escudriaban frenticamente en todomomento, intentando averiguar dónde esconda el dinero.La visita al caf era su oportunidad.Begbie tena razón, sin embargo, no era momento paranada semejante.No siempre puedes fiarte de tus instintos, reflexionó Sick Boy.Se aparta de Begbie con cara ofendida y de morritos, y se rene en la cola con su nueva amiguita.Tras esto, Sick Boy empieza a perder el inters por ella.Encuentra difcil mantener un nivel de concentración aceptable ante sus excitadosrelatos de una estancia de ocho meses en Espaa, antes de matricularse en un curso de posgraduada en Derecho en la Universidad de Southampton.Coge la dirección del hotel londinense donde va a quedarse, notando con cierto disgusto que es uno de esos hoteles baratos de Kings Cross, en vez deuno de esos sitios ms salubres del West End, en los que disfrutara estando un par de das.Tena absoluta confianza en que le sacara un polvo a esatipa una vez que hubieran arreglado el negocio con Andreas.Por fin el autobs empieza a atravesar los suburbios de ladrillo del norte de Londres.Sick Boy mira nostlgicamente por la ventana cuandopasan el Swiss Cottage, preguntndose si una mujer a la que conoca an trabajara detrs de la barra.Seguro que no, razona.Seis meses es muchotiempo detrs de la barra de un pub londinense.Aun siendo muy de madrugada, el autobs se ve obligado a ir a paso de tortuga al llegar al centro, yle lleva un tiempo deprimentemente largo arribar a la estación de autobuses de Victoria.Desembarcan como si fuesen trozos de loza rotos vertidos de una maleta.Se monta una discusión sobre si deberan ir a la estación de ferrocarrily coger un metro de la lnea Victoria hasta Finsbury Park o pillar un taxi.Deciden que es mejor coger un taxi que andar enredando por Londres conmogollón de caballo.Se apian en el taxi dicindole al conductor parlanchn que han bajado a ver el concierto de los Pogues, que iba a tener lugar en un pabellón enFinsbury Park.Era una coartada ideal, puesto que todos pensaban ir al concierto, mezclando as el placer con los negocios, antes de irse a Pars adescansar.El taxi casi recorrió el camino de vuelta del autobs, antes de detenerse en el hotel de Andreas, que tena vistas al parque.Andreas, que provena de una familia de griegos londinenses, haba heredado el hotel a la muerte de su padre.Con el viejo, el hotel habahospedado sobre todo a familias sin hogar en situación desesperada.Los ayuntamientos tenan la responsabilidad de encontrar alojamientos de cortaduración para la gente en esas circunstancias, y como el distrito de Finsbury Park estaba repartido entre tres barrios distintos, Hackney, Harringey eIslington, el negocio haba ido bien.Al hacerse cargo del hotel, sin embargo, Andreas vio que poda ser todava ms lucrativo como casa de citaspara hombres de negocios londinenses.Aunque en realidad nunca llegó a la cumbre del mercado al que apuntaba, proporcionaba un santuario paraun reducido nmero de prostitutas.Los clientes de ingresos medios de la City admiraban su discreción y la limpieza y seguridad de suestablecimiento.Sick Boy y Andreas se conocieron por haber salido con la misma mujer, que haba quedado hechizada por ambos.Conectaron de inmediato ymontaron algunos chanchullos juntos, bsicamente pequeas estafas de seguros y fraudes con tarjetas de crdito.Al hacerse cargo del hotel, Andreasempezó a distanciarse de Sick Boy, decidiendo que ahora estaba en otro nivel.No obstante, Sick Boy le entró con la historia de una partida deherona de calidad a la que le haba echado el guante
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