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.Jace se echó hacia atrás sobre sus talones entumecidos mirando fijamente.Ella estaba muerta.Muerta por él.Algo le agarró por la espalda de su chaqueta y le llevó arrastrando.Jace llevó una mano a su cinturón se dio cuenta de que no tenía armas y se giró para ver un par de familiares ojos azules mirándole a los suyos con total incredulidad.Estás vivo, dijo Alec dos cortas palabras, pero había un caudal de sentimiento detrás de ellas.El alivio de su cara evidente, tanto como lo era su agotamiento.A pesar del fresco en el aire, su pelo negro estaba aplastado contra sus mejillas y frente por el sudor.Sus ropas y piel estaban surcadas con sangre y había un gran rasgón en la manga de su chaqueta blindada, como si algo dentado y filoso la hubiera abierto.Agarraba firmemente una ensangrentada guisarme en la mano derecha y el cuello de Jace en la otra.Parece que lo estoy, admitió Jace.Aunque no lo estaré por mucho tiempo si no me das un arma.Con un rápido vistazo alrededor, Alec soltó a Jace, tomó un cuchillo seráfico de su cinturón y se lo tendió.Aquí.Dijo, Se llama Samandiriel.Jace apenas tuvo el cuchillo en la mano cuando un demonio Drevak de tamaño medio se dirigió hacia ellos, rugiendo imperiosamente.Jace elevó la Samandiriel, pero Alec ya había despachado a la criatura con un puntiagudo golpe de su guisarme.Bonita arma, dijo Jace, pero Alec estaba mirando más allá de él, a la desvencijada figura gris sobre la cubierta.¿Es la Inquisidor? ¿Está?Está muerta.La mandíbula de Alec se tensó.Adiós y buen viaje.¿Cómo ha sido?Jace estaba a punto de responder cuando fue interrumpido por un fuerte chillido.¡Alec! ¡Jace! Era Isabelle, apresurándose hacia ellos a través del hedor y el humo.Llevaba una oscura chaqueta muy estrecha, manchada de sangre amarillenta.Cadenas doradas colgaban con runas encantadas alrededor de sus muñecas y tobillos, y su látigo enrollado alrededor de ella como una red de cable eléctrico.Ella abrió los brazos.Jace, pensamos No.Algo hizo a Jace dar un paso atrás con un respingo fuera del tacto de ella.Estoy todo cubierto de sangre, Isabelle.No.Una expresión herida cruzó la cara de ella.Pero si te hemos estado todos buscándote, mamá y papá, ellos ¡Isabelle! gritó Jace, pero era demasiado tarde: un descomunal demonio araña se cernía detrás de ella, rezumando veneno amarillo por los colmillos.Isabelle gritó cuando el veneno le salpicó, pero su látigo se desenrolló con una velocidad deslumbrante, partiendo el demonio en dos.Las dos partes produjeron un ruido sordo contra el suelo, luego desaparecieron.Jace fue como una flecha hacia Isabelle mientras esta se desplomaba.El látigo se escurrió de su mano cuando él la agarró, acunándola torpemente contra él.Podía ver cuánto veneno había caído sobre ella: había salpicado la mayor parte de la chaqueta, pero algo de él había llegado a su garganta, y donde la tocó, la piel se quemaba y chisporroteaba.Apenas audiblemente, ella gimoteaba Isabelle, que nunca mostró dolor.Dámela.Era Alec, tirando su arma mientras se apresuraba a ayudar a su hermana.Tomó a Isabelle de los brazos de Jace y la depositó con cuidado sobre la cubierta.Arrodillado a su lado, estela en mano, elevó la mirada hasta Jace.Contén a lo que venga mientras le curo.Jace no podía retirar sus ojos de Isabelle.La sangre corría por su cuello hasta la chaqueta, empapando su pelo.Tenemos que sacarla de este barco, dijo bruscamente.Si se queda aquí ¿Morirá? Alec estaba trazando con la punta de su estela tan cuidadosamente como podía sobre la garganta de su hermana.Todos nosotros vamos a morir.Son demasiados.Estamos siendo aniquilados.La Inquisidor merecía morir por esto Todo esto es por su culpa.Un demonio Scorpios intentó matarme, dijo Jace, preguntándose por qué estaba diciendo aquello, por qué estaba defendiendo a alguien que odiaba.La Inquisidor se interpuso en su camino.Salvó mi vida.¿Lo hizo? Había claro asombro en el tono de Alec.¿Por qué?Supongo que decidió que yo merecía ser salvado.Pero ella siempre Alec se interrumpió, su expresión cambiando a una de alarma.Jace, detrás de ti, dos de ellos Jace se dio la vuelta.Dos demonios se aproximaban: un Ravener, con su cuerpo de aligátor y dientes serrados, su cola de escorpión curvada sobre su espalda, y un Drevak, su pálida carne de gusano blanco brillando a la luz de la luna.Jace escuchó a Alec, detrás de él, jadeando alarmantemente; luego la Samandiriel dejó su mano, describiendo una trayectoria plateada por el aire
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