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. Hemos encontrado un poco de dinero, Claudia  anunció, dejando las palabras en el aire.Ella las asimiló, las analizó y siguió cautelosamente adelante. ¿Dónde?La pregunta era muy inteligente.¿Dónde lo habían encontrado? ¿En el banco junto con archivos y cosas por elestilo? ¿En un colchón sin ningún rastro? En su estudio, en efectivo.Lo dejó allí por una ignorada razón. ¿Cuánto?  preguntó ella sin excesiva rapidez. Cien mil.Ray estudió detenidamente su rostro y sus ojos.Vio sorpresa, pero no sobresalto.Se había preparado el guión ysiguió adelante.Todo estaba cuidadosamente anotado: los cheques, los depósitos, libros de contabilidad contodos los gastos registrados, pero parece que este dinero no tiene origen. El nunca guardaba demasiado dinero en efectivo  dijo Claudia muy despacio. Eso es lo que yo recuerdo también.No tengo ni idea de dónde procede, ¿y tú? Tampoco  contestó Claudia sin dudar ni un instante.El Juez no utilizaba dinero en efectivo.Punto.Todopasaba a través del First National Bank.Fue miembro del consejo de administración durante mucho tiempo,¿recuerdas? Sí, lo recuerdo muy bien.¿Tenía algo más? ¿A qué te refieres? Te lo pregunto yo a ti, Claudia, tú le conocías mejor que nadie.Y estabas al corriente de sus asuntos. Vivía totalmente entregado a su trabajo.Para él, ser Juez de equidad era una tarea esencial y la desempeñabacon esfuerzo.No le quedaba tiempo para nada más. Ni siquiera para su familia  contestó Ray, pero inmediatamente se arrepintió. Quería a sus hijos, Ray, pero pertenecía a otra generación. Dejémoslo. Sí, es mejor.Hicieron una pausa en cuyo transcurso cada uno de ellos se reorganizó.Ninguno de los dos quería detenersedemasiado en el tema de la familia.Preferían prestar atención al dinero.Un automóvil bajó por la calle y pareció aminorar la marcha justo el tiempo suficiente para que los ocupantesvieran el letrero y echaran un buen vistazo a la casa.Un vistazo fue suficiente, pues enseguida aceleraron. ¿Tú sabías que jugaba? ¿El Juez? No. Cuesta creerlo, ¿verdad? Harry Rex lo estuvo acompañando a los casinos una vez por semana durante algúntiempo.Por lo visto, al Juez se le daba bien el juego.En cambio a Harry Rex no. Corren muchos rumores, sobre todo acerca de los abogados.Varios de ellos han tenido dificultades por allí. Pero ¿nunca oíste nada acerca del Juez? No.Y sigo sin poder creerlo. El dinero tiene que haber salido de alguna parte, Claudia.Y algo me dice que era sucio, de lo contrario, lohubiera incluido en el testamento, junto con los demás bienes. Y, si lo ganó en el juego, él debía de considerarlo sucio, ¿no te parece?Estaba claro que Claudia conocía al Juez mejor que nadie. Sí, ¿y a ti? Para mí, sería muy propio de Reuben Atlee.64 JOHN GRISHAM LA CITACIÓNTerminaron aquella parte de la conversación y se tomaron un respiro mientras ambos se mecían suavemente bajola fresca sombra del porche, como si el tiempo se hubiera detenido y a ninguno de los dos le molestara elsilencio.El hecho de permanecer sentados en el porche permitía hacer grandes pausas para ordenar lospensamientos o para no pensar en absoluto.Al final, siguiendo un guión no escrito, Ray hizo acopio de valor para formular la pregunta más difícil del día. Tengo que averiguar una cosa, Claudia, y te ruego que me digas la verdad. Yo siempre soy sincera.Es uno de mis defectos. Jamás he puesto en duda la honradez de mi padre. Y ahora tampoco tienes que hacerlo. Te pido que me ayudes, ¿de acuerdo? Adelante. ¿Hubo algo bajo mano.una pequeña gratificación por parte de un abogado, un trozo de pastel por parte de unquerellante, algún pellizco? Rotundamente, no. Estoy dando palos de ciego con la esperanza de encontrar algo, Claudia.No es muy normal hallar cien mildólares en bonitos y flamantes billetes escondidos en un armario.Cuando murió, tenía seis mil dólares en elbanco.¿Por qué guardar tanto dinero enterrado? Era el hombre más honrado del mundo. Lo creo. Pues entonces, deja de hablar de sobornos y cosas por el estilo. Con mucho gusto.Claudia encendió otro cigarrillo mientras él se retiraba para llenar las tazas de té.Cuando regresó al porche,Claudia estaba profundamente enfrascada en sus pensamientos, con la mirada perdida en la distancia.Ambos sepasaron un rato balanceándose en sus mecedoras. Creo que el Juez querría que tú recibieras una parte  dijo Ray finalmente. ¿De veras lo crees? Sí.Ahora tendremos que gastar algo para terminar de arreglar un poco la casa, probablemente unos veinticincomil dólares más o menos [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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